Viajar, a quien no le
gusta viajar… sin duda alguna, nadie quiere quedarse en su casa toda la vida,
todos contemplan viajar a algún lado de la tierra. Sin embargo, yo tenía otras
ambiciones, yo veía hacia las estrellas y decía todas las noches desde que
tengo memoria, - algún día llegare hasta ellas-. Ese era mi sueño, y no lo
abandone nunca.
Tuve suerte, tal vez no
nací para ver como se creó el universo, pero si para poder recorrerlo. Nací
cuando los programas espaciales empezaron a viajar más lejos de nuestro propio
satélite, con misiones lo suficientemente exitosas para poder ir aun más allá;
fue entonces que 20 años más tarde, con tecnología más avanzada, se hicieron
viajes a otros confines de nuestra galaxia, a planetas con posibilidad de albergar
vida, algo que en el pasado era impensable; Pero estas misiones, a diferencia
de las anteriores, no decían lo que queríamos oír, los planetas a los que
viajábamos, no eran más que planetas infértiles, incapaces de conservar vida
ahí por mucho tiempo, algo muy malo, ya que, aunque había la tecnología
para hacer los viajes, lo que pronto
escasearía serian los recursos en la tierra, así que las próximas dos misiones, tenían que arrojar
resultados más satisfactorios.
Cuando entre en la
Nasa, tenía 16 años, era realmente muy joven para entrar y no es que yo sea
exactamente un genio en las matemáticas o en la ingeniería, o en general en
nada, lo que sucedía era que los viajes eran realmente largos en la tierra,
aunque para el astronauta eran, a veces, cortos; esto quiere decir que en la
tierra y en el espacio, el tiempo es diferente, para simplificarlo, envejeces
más rápido en la tierra, algo que a muchos les daba miedo. Había casos de
personas que iban de viaje a algún planeta lejano y cuando volvían habían
pasado muchas cosas en la tierra, incluso la muerte de algún ser querido, por
lo tanto, muchos astronautas se negaban a ir a estos viajes, por miedo de
perder a alguien.
La Nasa para reponer a
sus hombres, empezó a reclutar a personas que simplemente quisieran conocer el
espacio, algo que obvio me llamo la atención de inmediato y aunque tengo
familia, a veces con ellos me sentía solo, aunque los quería y mucho, quería
encontrar mi propio camino. Cuando entré, pase dos años de entrenamiento duro,
para que pudiera resistir todos los inconvenientes de viajar al espacio, aparte
de aprender un poco de ingeniería, que sería de lo que me encargaría en la
misión, en caso de que algo fallara de forma física, yo tendría que arreglarlo,
esto era solo para que tuvieras un rol en el viaje, ya que todo estaba hecho
para que nada fallara de ninguna forma… o eso creía.
Mi misión se programo
en marzo, no recuerdo bien el día, pero si la hora, más o menos las 9:00 de la
noche, recuerdo que fue un día emocionante para mí, una misión salió unas
cuantas horas antes que la nuestra, pero era mi momento de despegar; ambas
misiones eran para inspeccionar un planeta cada una y ver si podían contener
vida o preservarla, algo que ya se había hecho antes sin problema. Recuerdo
bien cuando entramos a la nave, era sin duda alguna el inicio de algo
grandioso, también recuerdo la cuenta regresiva, ese preciso momento en el que
se oía, 3, 2, 1… despegue. No mentiré, se sintió horrible salir de la tierra,
pero una vez fuera, todo se calmo.
Las naves podían ir a
una velocidad enorme, la mitad de la velocidad de la luz, algo increíble, sin
embargo, el planeta al que íbamos estaba a unos 200 años luz, ósea que aunque
íbamos rápido, realmente era muy poco para poder llegar a nuestro destino, no llegaríamos
vivos, si es que llegábamos, por eso la Nasa en cooperación con otras
organizaciones, crearon algún tipo de artefacto que “rompe” el universo,
creando un puente para que ese viaje de 200 años luz, se acortara a apenas unas
cuantas horas, cabe aclarar que esta tecnología aunque moderna, ya no es nueva,
ósea que ya se a probado y usado muchas veces sin ningún problema,¿ porqué les
digo esto?, ya lo verán.
Llegamos al punto de
corte, el punto o raya donde se supone que al romper el universo, este se
repara automáticamente, sin peligro para la nave o sus tripulantes, de ahí
parten todas las misiones, misiones que nunca han fallado en llagar a su
destino a salvo. Estábamos listos, mis dos compañeros y yo, nos acercábamos al
punto a gran velocidad, fue entonces cuando activamos el cortador y todo iba
normal, al parecer. Se abrió un tipo agujero, un puente, que nos llevaría al
planeta a dónde íbamos, en ese momento bajamos la velocidad; entramos en él y
un cronometro que tenia la nave se activo, eran las horas en el que el puente
se cerraría, teníamos 4 horas para cruzarlo, y se suponía que solo nos
bastarían 2. Mientras cruzábamos, todos mirábamos lo increíble que era el
espacio, era hermoso, pero enorme y de cierta forma, daba miedo pensar lo que
había o no había en el.
Paso una hora y todo
estaba normal, hasta que el cronometro paso de 3 horas a 30 minutos, en solo un
instante, lo que claramente nos espanto, revisamos el cronometro y su
configuración, y todo parecía estar bien, lo que no eran exactamente buenas
noticias para nadie, ya que todavía faltaba una hora para cruzar el puente y
este se cerraba en solo 30 minutos, lo que quería decir que nos terminaría
aplastando o absorbiendo, lo que era igual algo malo. No teníamos salida, solo
esperar nuestra muerte, como acto desesperado, mis dos compañeros intentaron
prender el cortador, para hacer una salida del puente; no sé si solo lo recordé
yo, pero en el entrenamiento, nuestro instructor nos dijo claramente, -NUNCA
vayan a prender el cortador dentro del puente, si lo hacen les…- no recordaba
que pasaba al intentar prenderlo, pero lo recordé en cuanto mis compañeros al
hacerlo, desaparecieron, se desvanecieron, ahora yo estaba solo con una nave
abriendo un puente dentro de un puente y lo peor, a punto de morir.
El cronometro marcaba
que solo quedaban dos minutos para que el puente se cerrara, y por default, que
yo muriera, solo cerré mis ojos al mismo tiempo que pensaba en mi vida en la
tierra, en mi madre y hermana, a quienes prometí regresar, no pensaba más que
en todo lo que pude haber hecho; solo quedaba un minuto, un minuto que jamás
olvidare por lo que pasó. La nave empezó como a inclinarse hacia la izquierda,
no era que perdiera el control, algo la jalaba, la iba deteniendo y a la vez
jalándola, ahí pensé que tal vez, el puente que intentaron abrir mis compañeros
¡había funcionado!, yo mismo también baje toda la velocidad de la nave para
ayudar a lo que me estaba jalando, solo quedaban escasos 20 segundos, cuando el
jalón logro sacarme del puente, parecía un sueño, no, más bien, parecía un
milagro.